Hace mucho que no circulo por estos rumbos afilados. Hace mucho que no penetro en tu oscuro, pegajoso y apretado vertice azulejado. Como desvanecerse en una esquina cualquiera, como desintegrarse, articulacion por articulacion en un desfile de homenaje a la hecatombe. Vuelvo a ser yo. Uno de varios que habitan secretamente mi bolsillo. No te imaginas cuanto te habia extrañado. Realmente no lo sabes. Desde aquella mañana ventosa en la esquina anaranjada. Vuelvo a resquebrajarme inhospito bajo la sombra de un arbol sin hojas, sin ramas. Es... seductor ponerse a definir lo magnifico que puede llegar a sentirse el hecho de haber permanecido todo aquel tiempo sentado y esperando. Y esperando. Y esperando. Y, ni el suave placer de la comodidad de un piso de barro, ni la abrazadora compañia del vino tinto, ni la rugosidad de tus manos, ni siquiera una sola estrofa mas, hubiera podido alertar a mi reparo la luminocidad hipnotica que destella nuestro reencuentro. Estas aqui al fin. Enlazame. Digiereme. Completame. Hazme sollozar en lo aplastante. Ven.
